Años antes de la Revolución Rusa, San Petersburgo fue testigo de una revolución diferente. Desde su taller, Peter Carl Fabergé iba a transformar para siempre el mundo de la joyería y el arte, creando piezas únicas para los zares de Rusia, la malograda familia Romanov.
Para su diseño Fabergé se inspiró en distintos movimientos artísticos como el barroco, el rococó o el neoclásico, así como en obras de artes que contempló en sus diversos viajes por Europa o en acontecimientos tales como la coronación del zar Nicolás II, la terminación del ferrocarril transiberiano o para celebrar aniversarios importantes. Están realizados con materiales de lo más lujosos como son el oro, la porcelana, los diamantes, rubíes, esmeraldas y demás piedras preciosas.
De los cincuenta y dos huevos imperiales, se conocen cuarenta y cuatro, los ocho restantes se consideran desaparecidos.


A todo esto, la colección que nos toca hacer estos meses es de niño, para comunión, inspirado en la cerámica...de ahí mis huevos.
No puedo hablar de Rusia y de los Romanov sin acordarme de esta gran película.
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