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14.2.11



Fue algo bastante inevitable, como la sensación de vértigo en el galeón de la feria. Empezaron, porque empezar siempre es fácil y como casi todos, creyeron que la gravedad se encargaría del resto. Aún recuerda Lousy el momento en el que estaban sentados en el banco, esperando a que su amigo saliera del bar. Fueron minutos de los que se instalan en la memoria y se reviven sólo con respirar profundo. Sin lugar a dudas, este es el mejor error que cometieron jamás. Hablan del primer abrazo, en vez del primer beso y los meses para ellos significan tan poco como los kilómetros que les separan. Su relación no se basa en el respeto, ni en el amor, ni en la sinceridad sino en la certeza de que dos aguantan los golpes mejor que uno, y que forman algo indivisible. Pollo Amarillo tiene los ojos más bonitos que Lousy ha visto jamás y se agarra a esa imagen tan fuerte que a veces es patético. Los dos se ríen de lo ridículo de la situación, de la necesidad mutua y se lamentan de que exista un aparato que pueda arrasar con el mundo entero, pero no uno que pueda reunir todos los segundos que dos personas no han pasado juntas mientras tenían la oportunidad para poder regalárselos en minutos uno al lado del otro cuando están separados.
A veces lloran de impotencia. Lousy se despierta una mañana de cada 45 pensando que no tomó la decisión correcta dejándose caer. El día que Pollo subió en el avión, los lugares, las personas y las palabras se pusieron de acuerdo para hacer una fila india que atravesaría la ciudad entera. Se encargarían uno a uno de que Lousy arrastrara los pies por las aceras y mantuviese la barbilla cerca del pecho al andar y los ojos nublados. Ya no habría albas de croissant, ni besos sorpresa en la nuca mientras miraba por la ventana, por un tiempo. Ahora se alimentan de las dudas de los que les rodean y los consejos que pretenden que huyan del dolor gratuito en el corazón
Lo que nadie sabe, es que han desarrollado algo parecido a la fotosíntesis, y transforman las dudas y las miradas de incredulidad ante su situación en determinación por el otro, sin ningún esfuerzo. Algún día se volverán a ver, no saben cuándo. Pero cuando has sobrevivido a una despedida sin fecha de reencuentro puedes tener claro que has sobrevivido a algo que la razón no sabe manipular, y eso es enorme.

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